Manifiesto por la defensa del fútbol americano 

OPINIÓN

La Super Bowl supone el final de la temporada de fútbol americano, al menos en lo que concierne a partidos porque ahora comienza todo el baile de traspasos, intercambios, agentes libres y draft (nada de staffs técnicos ya que este año las franquicias se han esmerado en completarlos pronto), y para muchos ello colleva una sensación de pesadumbre durante las primeras semanas sin competición hasta que la moral se adecúa a siete meses sin football.

Recuerdo haber leído una noticia tras los Juegos Olímpicos de Sidney de 2000 que decía que existía gente propensa a la depresión tras la finalización de las Olimpiadas según reportaban asociaciones de psicólogos. Y recuerdo la sensación de tristeza que me producía el día de la ceremonia de clausura tras embotellarme en veinte días todos los deportes posibles. El dato de las depresiones resulta algo exagerado, la sensación de pesadumbre es siempre salvando las distancias. El football no es más que una parte material de nuestras vidas porque lo apreciamos, sabiendo que obviamente cuidar a las personas de nuestro alrededor está por encima de todo. El amar algo, ya sea un deporte, varios, tu Blackberry, tu perro Pluto, o el habitual hecho de querer a un ser humano, es innato en el hombre, y al perderlo, la sensación de vacío es inevitable.

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