El senado de Minnesota rechaza el nuevo estadio de los Vikings

Las ilusiones de un nuevo estado para la franquicia de los Vikings quedaron hundidas el miércoles cuando un comité de la cámara de representantes del estado de Minnesota votó 10 a 9 para rechazar el plan de las nuevas instalaciones. Aunque la decisión del Senado deja abierta la posibilidad de que el proyecto sea revivido, los políticos más entusiastas y secundadores de la idea del nuevo estadio dejaron la Casa con caras apesadumbradas tras la votación.

La propuesta conlleva una factura de $791 millones de las arcas de la ciudad de Mineápolis, es decir, de los contribuyentes, para construir un nuevo estadio ya que el contrato de arrendamiento del Metrodome finaliza en 2011 y desde la franquicia ya se ha informado que no se renovará tal alquiler. El negocio, firmado en 1979, se considera uno de los menos lucrativos dentro de la NFL, de ahí que los Vikings lleven tiempo desesperadamente moverse de esas instalaciones. La organización está tremendamente limitada en cuanto a los ingresos del estadio, tanto de tickets como de parking o espacios publicitarios. Los Vikings estaban situados en el ranking 30 de 32 de la NFL en ingresos locales en el año 2005. La otra opción, que se barajó en 2002, era asociarse con el nuevo estadio de la Universidad de Minnesota, aunque las diferencias entre ambas instituciones llevaron el proyecto al fracaso.

Las críticas hablan que el plan ha fallado por introducirlo de forma apresudara y con falta de apoyo de las piezas políticas importantes del estado norteño, como el gobernador Tim Pawlenty. Uno de los más feroces partidarios del nuevo estadio, el republicano Loren Solberg, ha declarado que «todavía no ha decidido si resucitar el plan o no y que respeta el sistema«. Según fuentes internas del Senado, el proyecto tiene menos del 5% de posibilidades de aprobarse. Entre los detractores, el demócrata Tony Sertich afirma que «vende periódicos, aparece en las noticias, pero necesitamos tener un equilibrio en el presupuesto«.

El principal problema es quien se hará cargo de la factura del estadio. Tanto los Vikings como los políticos que están detrás de este plan han propuesto varias iniciativas para resolver el asunto de los presupuestos del estado en crisis: pagar una media de $8.000 por los derechos permanentes de los asientos, vender abonos, crear un juego de lotería, incluso se ha demostrado que las ciudades con equipos de NFL con balance positivo aumentan los ingresos por habitante en torno a los $165. También se pone el ejemplo el nuevo Target Field del equipo de béisbol de la ciudad, los Twins, cuyas instalaciones han costado una parte unos $25 anuales por habitante del estado.